Quito - EFRA PAEZ

“Me quiero morir como Sandro” me dice Efra Páez mientras caminamos por el barrio de La Mariscal, “fumando y con miles de chicas a mi alrededor”. Y es verdad, Efra es una máquina de prender cigarrillos y tomar cerveza, tanto que nadie puede permanecer sobrio lo que dure una tarde a su lado. Los ojos le brillan a este chico quiteño, renegado y malo al principio, sorprendente y genial después, apasionado por la poesía y la literatura y promotor de toda la contracultura de la ciudad y del país.


EFRA - Esta foto es exacta a la imagen mental que tengo de él


Había tardado mucho en poder conectarme con alguien que escribiera poesía en Quito. Pedía indicaciones para encontrar librerías o centros culturales y todo era vago y contradictorio. Entonces resolví hacerlo más fácil y me fui a Internet. En la página de las Elecciones Afectivas de Ecuador hay unos 20 poetas que reocorrí sin que me llamaran la atención. Hasta que lo encontré: nacido en 1982, con la foto más escandalosa del blog y el trazo más firme, Efra decía demasiado. Lo seguí por sus links hasta que encontré su mail y me senté a esperar que me contestara.

La respuesta llegó enseguida y al contrario de lo que yo había creído, aceptó instantáneamente encontrarse conmigo. A las tres de la tarde en una esquina, lo reconozco por la foto y empezamos a caminar. Ese tarde fueron casi 5 horas en las que charlamos de todo, de cine, de música de poesía, de política, del Ecuador actual y el Ecuador en el que él había crecido, de la Argentina actual y la Argentina en que yo crecí. Efra es la ansiedad bípeda, habla rapidísimo y miles de palabras por minutos, en acento cerrado quiteño, tanto que por momentos estuve tentada de pedir traductor universal.

Mientras tanto, nos tomamos todas las cervezas que caben en una mesa de bar y medio chispeados corrimos bajo el chaparrón más grande que vi desde que estoy de viaje. Me trajo un par de antologías de la nueva poesía ecuatoriana (con dedicatorias increíbles) y yo le regalé la colección completa de PLUP y un ejemplar de la revista peruana Lapsus donde salía su “pana”, el chileno Montesinos.

A nivel literario, comenzó disparando contra toda la escena local, acusándolos de un “facilismo escandaloso” para terminar recomendandome algunos autores canónicos como Carrión o Granizo, o más nuevos como Roy Sigüenza entre los poetas y un narrador (que después encontré a dos dólares en una librería de viejo) Huilo Ruales Hualca, una gran experiencia de lectura.

Leímos su libro próximo a salir – una narrativa breve muy personal que mezcla el humor y el horror del sexo - y me contó de sus experiencias editoriales con Machete Rabioso, un proyecto que ya no existe porque simplemente hay muchas cosas para hacer pero prefiere que la hagan los otros.

Efra me contactó con otra gente de Ecuador, gracias a él conocí la parte más rockera en el bar Barret y a Lesbo, la banda de Augusto, su “panager” (mezcla entre pana y manager)

Otra mañana, nos encontramos para ir a la Casa de la Cultura, donde anduvimos curioseando libros, mientras me recomendaba y me sacaba rapidísimo de ahí: la casa de la cultura (como todo organismo gubernamental) para él, apesta. Después fuimos hasta la casa de Andrés Villalba, un poeta y ensayista quiteño que armó un hostel en la casa de sus abuelos. “Esta era la salsoteca más grande de Quito, hasta que a mi tío le pegaron un tiro” me dice, tranquilo, mientras me muestra los restos: banquetas dadas vueltas, barras de colores y trastos apilados en el sótano. Su casa es un verdadero museo de obras de arte que pude curiosear mientras ellos preparaban las chelas del desayuno.


Efra & Andrés

Hablamos mucho de pintura, conocí por ellos a Luigi Stornaiolo, una especie de pintor maldito que retrata en su obra una especie de caricatura de la sociedad que puede ser la de Quito o la de cualquier ciudad latinoamericana. Quedamos en intercambiar textos de poesía. Ellos conocían bastante sobre poesía argentina de los 60. En ese momento había salido la última edición de El Interpretador sobre el tema, así que les envié el link para que conocieran la revista.


5to piso, un cuadro de Luiggi Stornaiolo.

Nos quedó pendiente hacer un encuentro o una lectura, mi tiempo en Quito se estaba terminando y sus semanas estaban demasiado complicadas, pero ya alguna vez será. Por ahora me llevo sus textos en mi casilla de gmail y muchas ganas de volver a verlos.

2 comments:

Efra Páez said...

bacano el texto amiga Javiera...solo dos cositas: las antologías que te crucé son de poesía ecuatoriana (ahi se te escapó un lapsus), y más importante, te olvidaste de señalar que yo le digo TORO CON TETAS al Andresito Villalba

abrazos y estamos en contacto

Javiera said...

ups! ya lo arreglo! y con respecto a lo otro.. hay muchas cosas que no conté amigo! si me extiendo blogger me da de baja jaja beso!

Post a Comment